Meriem Berrada, directora artística del Museo de Arte Contemporáneo Africano de Marrakech: “África no es un bloque, y tampoco lo es su arte”

“No estamos aquí para traducir África al lenguaje de los demás. Nuestro objetivo es crear un lenguaje propio, desde aquí, con nuestras referencias, nuestras voces y nuestras contradicciones”. Así se expresa Meriem Berrada, directora artística del Museo de Arte Contemporáneo Africano Al Maaden (MACAAL) y una de las figuras clave detrás de la nueva propuesta curatorial del centro artístico de Marrakech, que reabrió sus puertas en febrero de 2025.
Berrada insiste en que esta propuesta, que combina reflexión crítica, recuperación de narrativas africanas y compromiso estético, no pretende imponer un canon nuevo, sino precisamente desmontar las estructuras jerárquicas que han dominado históricamente la manera en que se muestra y se interpreta el arte en África.
Para ella, descolonizar el museo no es una meta puntual, sino un proceso constante que atraviesa no solo el contenido de las exposiciones, sino también las formas de gestión, mediación y relación con las comunidades. “La descolonización no puede quedarse en lo simbólico. Implica también revisar cómo se colecciona, cómo se escribe, cómo se narra. ¿Quién tiene el derecho a hablar? ¿A quién se representa y desde dónde?”, cuenta desde el MACAAL a este diario.
El centro artístico actúa como una plataforma para visibilizar narrativas históricamente silenciadas, pero también como un espacio de experimentación estética y política. Berrada lo resume así: “El museo tiene que ser poroso. Queremos que los artistas nos incomoden, nos cuestionen. Que el público no salga con respuestas claras, sino con nuevas preguntas”.

Con una curaduría que evita el exotismo, el esencialismo y la cronología eurocéntrica, el MACAAL propone una experiencia abierta, fragmentada y crítica. Para Berrada, una de las claves está en romper la idea de “representar a África” como si fuera una unidad homogénea. “África no es un bloque, y tampoco lo es su arte. Cada obra, cada artista, trae consigo un mundo”, señala. La visión de Berrada —desde dentro y desde el presente— es también una invitación: a escuchar otras lenguas, a atender otras memorias, a imaginar otros futuros posibles. Y en ese ejercicio, el MACAAL construye un relato que apuesta por una mirada africana sobre el arte africano.
No estamos aquí para traducir África al lenguaje de los demás. Nuestro objetivo es crear un lenguaje propio, desde aquí, con nuestras referencias, nuestras voces y nuestras contradicciones
Meriem Berrada, directora artística del museo MACAAL
En esta nueva etapa, el museo da luz verde a la colección privada de la familia Lazraq, una de las más completas del continente. El muestrario incluye cerca de 2.500 piezas de arte moderno y contemporáneo africano, aunque por ahora se exponen 150 obras en formato de exposición semipermanente. La muestra Siete contornos es un recorrido en siete salas que busca combatir los estereotipos sobre África y su supuesta carencia de producción artística contemporánea.
“El futuro del arte en África es abiertamente vanguardista. Existe un ecosistema en crecimiento —desde espacios independientes hasta bienales, coleccionistas, curadores e instituciones— que está transformando la narrativa”, explica a este diario Othman Lazrq, el fundador del museo. Lejos de ofrecer una exposición cronológica o temática, Siete contornos propone un recorrido por verbos como descolonizar, convivir, transcribir o converger, que articulan la muestra y guían al visitante por un mapa conceptual que invita a pensar África desde África.
“La cuestión de la descolonización es permanente y central en la exposición actual. En la sala Descolonizar, los artistas desafían los legados coloniales y recuperan narrativas borradas, recordándonos que los museos no pueden descolonizarse sin abordar también las estructuras globales más amplias”, añade Lazrq, que es hijo del magnate inmobiliario Alami Lazraq.
Un museo hecho de verbos“No vas a ver paredes con grandes títulos poéticos, sino verbos de acción muy directos: descolonizar, convivir, iniciar, transcribir, converger y tejer”, explica Berrada mientras recorre las salas del museo. “Hay una intencionalidad de conectar las historias culturales, y más concretamente el arte moderno, con la geopolítica”.
En el centro del museo se encuentra una de las piezas más evocadoras: Dans les bras de la terre (En los brazos de la tierra), de la arquitecta y antropóloga Salima Naji, una instalación que rinde homenaje a las aldeas amazigh del Alto Atlas. Inspirada en materiales naturales y técnicas tradicionales, la obra denuncia el uso abusivo del hormigón y propone una arquitectura vinculada al entorno y la memoria.
La descolonización no puede quedarse en lo simbólico. Implica también revisar cómo se colecciona, cómo se escribe, cómo se narra
Meriem Berrada, directora artística del MACAAL
“Este es un ejemplo muy interesante de lo que queríamos ofrecer como museo no solo en términos de experiencias, pero también en términos de tradición”, explica Berrada. La obra se conecta también con la labor de reconstrucción de pueblos y escuelas que Naji lideró tras el terremoto que sacudió la región de Al Haouz en 2023, convirtiéndose en un símbolo de resistencia y cuidado desde lo arquitectónico.
La intención de conectar las historias culturales con el arte moderno también se hace evidente desde la primera sala, Descolonizar, que aborda los legados del expolio colonial y la necesidad de recuperar narrativas propias. Allí se encuentra Regreso a la autenticidad, del fotógrafo congoleño Sammy Baloji, que reflexiona sobre la relación entre Bélgica y la República Democrática del Congo. Le acompañan obras del marroquí Farid Belkahia y del tunecino Nidhal Chamekh, entre otros.
A continuación, la sala Convivir explora las transformaciones urbanas y ecológicas derivadas de las migraciones y crisis contemporáneas. Artistas como Billie Zangewa, con su obra textil Sunworshipper in Central Park (Adorador del sol en Central Park), proponen una visión personal sobre la identidad y la vida cotidiana.
En Transcribir, el foco está en los lenguajes y signos ancestrales. “Desde hace un tiempo, los artistas modernos y contemporáneos se han interesado por los signos, los motivos y los alfabetos”, comenta Berrada. La pieza Indyczen, del artista marroquí M’barek Bouhchichi, destaca por su uso del tamazigh —lengua amazigh— tallado sobre bastones recubiertos de cobre. Berrada recuerda que “durante muchos años, los pueblos saharauis (tuaregs, peul y otros) aquí en Marruecos estuvieron excluidos de la propiedad de la tierra”, una injusticia que el artista busca visibilizar a través de su obra.
En la sala Iniciar, se aborda la dimensión espiritual del arte. Pinturas como las de Kwame Akoto, que fue pastor en Ghana, mezclan referencias religiosas, políticas y sociales. Berrada señala que “esta sala también es una forma de abordar el continente africano como un bloque, pero en diferentes capas, fuentes o creencias”. El recorrido continúa en Converger, donde se muestra cómo los vínculos coloniales, las diásporas y las dinámicas globales han marcado la vida africana contemporánea. Entre las obras, una pintura del ghanés Jeremiah Quarshie retrata a una mujer embarazada sentada sobre bidones de gasolina al lado de un futbolín en el que figuras que representan a líderes occidentales juegan con África como tablero. “Esta sala resume cómo África influyó en el mundo y viceversa. Ella vive cerca del petróleo, pero no puede explotarlo”, comenta Berrada.
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